Asociación Coral VEXILLA REGIS

Coro residente en Zaragoza (Aragón - España) especializado en música de los siglos XV al XVIII. 25 ANIVERSARIO (1997 - 2022)

jueves, 31 de diciembre de 2020

EL CONCIERTO DE AÑO NUEVO

  

Me gustaría que el clásico concierto de Año nuevo desde Viena del 1 de Enero de 2021 fuera diferente al de otros años.

Me gustaría que las butacas vacías y los aplausos virtuales nos sirvieran de reflexión sobre hacia dónde pueden llevarnos los desvaríos y las irresponsabilidades.

Me gustaría que el espectáculo fuera primordialmente un recuerdo a todas las víctimas de un año 2020 cargado de notas negativas y luctuosas.

Me gustaría que el maestro Riccardo Muti fuera consciente de que a pesar de tener la sala vacía de público va a tener una ventana enorme abierta a todo el mundo y esperaré algunas palabras suyas acordes al momento que vivimos. Recordaré su valiente intervención hablada durante una representación de Nabucco en Roma en marzo de 2011 ante el mismísimo Berlusconi.

Me gustaría que los músicos dibujaran acordes de esperanza y de vida. Me gustaría que la música abrazara a todas las personas que salen y van a salir de esta pandemia con heridas profundas de difícil cicatrización. Me gustaría que nadie se apropiara de la música, me gustaría que el misterio y la belleza de la música prevalecieran por encima de cualquier otra consideración.

Me gustaría que las flores y las luces y todas las imágenes televisadas tuvieran soporte de solidaridad y que ésta fuera la que diera verdadero sentido al acto.

Me gustaría que el ballet interviniera en honor del abrazo, del beso, de las conversaciones interrumpidas y necesarias, de la recuperación, del reencuentro, de la reanudación de complicidades rotas.

Me gustaría que la orquesta derribara todos los muros y barreras y representara a todas las orquestas del mundo y a todo el variadísimo ámbito cultural que tanto está sufriendo en la presente crisis. Me gustaría que el concierto fuera verdaderamente universal.

Me gustaría que el Director llevara una batuta símbolo y garantía de armonía, comunicación y cooperación mundiales.

Me gustaría que la marcha Radetzky derribara a su paso muros, alambradas y barreras y todos los obstáculos de corrupción, mentiras y malas artes.

Me gustaría que el Danubio azul repartiera a su paso semillas de justicia y esperanza. Me gustaría que todos los ríos del mundo fueran símbolos de acogida y que sobre ellos se levantaran enormes puentes de comunicación para quienes se ven en la obligada necesidad de abandonar su lugar de nacimiento.

Me gustaría que el concierto no fuera un oasis pasajero ni la demostración de lujo y poder sino el comienzo generalizado de búsqueda de nuevos horizontes sociales para la humanidad.

Me gustaría que cada instrumento realizara un homenaje de desagravio a la Madre Tierra, casa común olvidada y ultrajada de tantas maneras.

Me gustaría poder desear con esperanza un FELIZ AÑO NUEVO donde la pureza de la música derribara a toda clase de hipocresías y mezquindades.

Me gustaría que el concierto fuera un punto de inflexión histórica camino hacia una humanidad más igualitaria y justa.

Me gustaría que pudiéramos sentir las lágrimas de cada una de las notas que saltarán desde el escenario a nuestras pantallas.

Y me gustaría que esas lágrimas fueran semillas fecundas portadoras de fértiles condiciones de vida digna para toda la ciudadanía.

Escucharé el concierto. Me gustaría vivirlo así. Este año no puede ser de otra manera. FELIZ AÑO NUEVO A TODO EL MUNDO.


Ramón Sabaté Ibarz

sábado, 10 de octubre de 2020

 

EL EBRO GUARDA SILENCIO


 

         Estamos ya a las puertas del día del Pilar. Ya es caer en el aburrimiento decir que este año, como tantos otros acontecimientos de este nefasto 2020, va a ser una Pilar atípico. No va a haber fiestas (el invento de las no-fiestas me parece una memez considerable). Y me parecen muy acertadas las medidas preventivas tomadas por el Gobierno de Aragón y Ayuntamiento de Zaragoza para tratar de atajar cualquier acto irresponsable que pudiera darse.

 

         Son medidas duras y hasta dolorosas. Pero hay que asumirlas dentro del marco de una madurez ciudadana necesaria e imprescindible. En este difícil equilibrio entre economía y salud hay que valorar que es prioritario tomar medidas para controlar y doblegar la pandemia condición sine qua non para una futura (y confiemos que cercana) recuperación económica. Mientras, a los sectores más afectados relacionados, hostelería, comercio, espectáculos y ferias principalmente, hay que ofertarles todas las ayudas posibles que deben poner en marcha las instancias políticas y económicas.

 

         El Ebro guardará silencio este mes de Octubre al pasar por el Pilar, pero no porque la Virgen esté dormida. Guardará un respetuoso silencio por todas las víctimas producidas por la pandemia. Guardará un reflexivo silencio como invitación a que nos replanteemos nuestros hábitos de vida, consumo y convivencia. Guardará un ilustrativo silencio para invitar a fortalecer nuestra conciencia colectiva y ciudadana. Y guardará un esperanzador silencio anunciador, seguro, de superación del bache y de nuevas y gozosas celebraciones para todos los zaragozanos y zaragozanas.

 

         En momentos como estos, especialmente emotivos socialmente, me siento solidariamente unido a todos mis convecinos de esta nuestra hermosísima ciudad. Y deseo fervientemente que no nos atenacen ni paralicen ni la nostalgia ni el miedo.


                                               Ramón Sabaté Ibarz. Presidente Honorífico de la Asociación Coral VEXILLA REGIS

sábado, 19 de septiembre de 2020

UN REGRESO INSÓLITO

 

Septiembre de 2020. Desde hace unos días hemos regresado a los ensayos del Coro. La interrupción ha sido larga: desde finales de Febrero. Durante este tiempo, sólo hemos tenido unas experiencias gozosas con la grabación telemática de un par de canciones para mantener viva la afición y la ilusión por el canto coral y vernos las caras los coralistas. Demasiado poco.

 

Ahora hemos vuelto a los ensayos presenciales: seccionados, divididos, con mascarilla, con temores, con precauciones, con la incertidumbre como bandera. La COVID-19 lo ha emponzoñado todo. Salí de este primer ensayo con una mezcla de sensaciones muy difíciles de definir. Trataré de desenmarañar mis ideas.

 

Tengo la convicción de que La Junta y la Directora han tomado la buena decisión: hay que reemprender el trabajo, necesitamos romper el bucle epidémico que nos encierra, nos aprisiona, nos condiciona de modo abrumador. Debemos salir de ese duro cascarón que pretende obstaculizarnos la respiración, la vida en definitiva.

 

No. No podemos volver a la vida de Febrero. Lo sé. La vida ha cambiado radicalmente en muchos aspectos. Los condicionantes ahora son muchos. Debemos tomar todas las precauciones, adecuarnos a las posibilidades reales. En suma, adaptarnos a esa realidad sobrevenida (que no normalidad, término que me niego a utilizar aunque sea edulcorándola con el adjetivo nueva). Hay que salir, hay que abrir ventanas, hay que ponerse en marcha, hay que retomar las riendas de la vida aprendiendo a convivir con el COVID 19. Correremos riesgos, sin duda. Pero empiezo a pensar que uno de los mayores riesgos es el miedo. Este miedo no nos puede ni debe paralizar.

 

El reencuentro con los compañeros y compañeras de nuestro Vexilla Regis fue gratificante, pero se me quedó todo muy corto, demasiado corto. La distancia, la falta de saludo y de abrazo, la imposibilidad de vernos abiertamente las caras, las expresiones, la emisión de una voz falseada por la barrera mascaril, no poder interaccionar con la expresión facial de Cristina mientras nos dirige…demasiadas interferencias que atentan a mi juicio contra la propias características esenciales de la vida coral: la comunicación, la libertad de movimientos, la cercanía, el compartir espacio, material, expresiones y sensaciones sin cortapisas ni barreras,  escuchar con limpieza y claridad el sonido de las voces… Demasiados inconvenientes que me bajaron el ánimo temporalmente.

 

Sin embargo, hay que contar con todo ello y hay que asimilar todos estos inconvenientes. Porque hay que seguir, hay que regresar aunque sea a paso lento y con dificultades. No podemos dejarnos vencer por esta cruel realidad que hemos de convertir en circunstancial. Y porque la música es y ha de ser un soporte esencial para la supervivencia del espíritu, para la VIDA.


 Ramón Sabaté Ibarz. Presidente Honorífico de la Asociación Coral VEXILLA REGIS

jueves, 2 de julio de 2020

DOMINE IESU CHRISTE. Melchor Robledo


Vexilla Regis interpreta, bajo la dirección musical de Cristina Vicente Pimpinela, el motete Domine Iesu Christe del compositor Melchor Robledo, maestro de capilla de La Seo de Zaragoza entre 1569 y 1586. Robledo fue uno de los más prestigiosos compositores españoles de relieve europeo y fue tal el aprecio que mereció de la población zaragozana que a su muerte, el cabildo acompañó la conducción de su cadáver formando parte del cortejo fúnebre, singular honor que jamás antes se había dado. Su tumba se encuentra en una capilla del templo consagrada a San Valero, patrón de Zaragoza.



La catedral del Salvador, habitualmente llamada "La Seo", es una de las dos catedrales metropolitanas de Zaragoza, junto al Pilar. Está construida sobre el antiguo Foro romano y la mezquita mayor Saraqusta cuyo miravete perdura en su torre actual. El edificio fue comenzado en el siglo XII en estilo románico, integrado en la mezquita aljama, y fue objeto de reformas hasta 1704, resultando un hermoso edificio en el que conviven en armonía elementos románicos, góticos, mudéjares, renacentistas, barrocos y neoclásicos. Ha sido sede de sínodos, concilios y las más relevantes ceremonias relacionadas con la Corona de Aragón y sus maestros de capilla fueron, entre el siglo XV y XIX, destacados intérpretes y compositores de talla internacional.
Los componentes de Vexilla Regis, coro de Zaragoza especializado en la interpretación de música antigua, grabaron desde sus casas esta insigne pieza de Melchor Robledo durante el mes de junio de 2020.
Nuestro sentido homenaje lo consagramos a la música aragonesa y al patrimonio artístico aragonés durante estos meses de pandemia por la COVID-19.


viernes, 15 de mayo de 2020

EL CORO VEXILLA REGIS CANTANDO DESDE CASA

Ni el ínclito Covid-19, ni la cuarentena (necesaria) ni el confinamiento ni la imposibilidad de ensayar nos han quitado las ganas de cantar y nuestra ilusión por la música antigua. Por eso los coralistas del Vexilla hemos grabado desde nuestras casas una conocida obra inglesa del siglo XIII: SUMER IS ICUMEN IN . Una auténtica alegoría de que pronto vendrán tiempos mejores: llegará el verano y volverá a brotar la vida.
El resultado, plasmado en este vídeo, se debe a la imprescindible dirección musical y postproducción de Ana Cristina Vicente Pimpinela, nuestra directora.
¡¡A disfrutar!!


SUMMER IS ICUMEN IN
Comentario de Ramón Sabaté. Presidente Honorífico Coro Vexilla Regis.

         Lo adelanto. No es la mejor canción de nuestro repertorio. Lo confieso abiertamente. Musicalmente puede que no pase de un divertimento discreto. Pero ha llegado a ser de pronto un icono, un símbolo de nuestra vida coral, de la vida de nuestro coro “Vexilla Regis”.

         La vida de los que practicamos el canto coral se convierte en oxígeno obligado para la existencia. Hablo desde la más íntima experiencia personal avalada por toda una vida dedicada en parte a esta bella práctica. Desde mis albores vitales infantiles.

 Si compartir, convivir, ayudar y ser ayudado, dar y recibir, saber escuchar y sentir la satisfacción de ser escuchado son exigencias esenciales para la vida; si tener acceso a las delicias del arte en general y de la música en particular es condición inexcusable para ensanchar el alma y librarnos de ataduras mezquinas; si percibir y valorar el silencio es alimento para que el espíritu no se quede anquilosado; si sentir el compañerismo y hacer el camino juntos son condiciones indispensables para hacer de la vida un algo más que el mero pasar estéril y anodino; si queremos romper los sinsentidos y sobrevolar por encima de las vilezas diarias; y si nos sentimos subyugados por el misterio insondable de la música, si todo esto es así, si lo concebimos así, podemos comprender que el canto coral para muchos de nosotros se nos hace más que imprescindible.

         Por ello, el largo parón de obligado cumplimento y con perspectivas poco halagüeñas por el momento para el reencuentro, precisaba de imaginación y esfuerzo para superarlo. No podíamos estar en un paréntesis abierto y sin día fijo de clausura. De ahí que la iniciativa de nuestra Directora hace unas semanas la acogiéramos en el grupo con gran satisfacción. Se nos proponía un trabajo individual desde nuestro confinamiento para después ensamblarlo y lograr lo que en otros tiempos hubiera parecido imposible: la ejecución de una partitura desde nuestras casas. Y esa primera partitura ha sido la que lleva por título este pequeño artículo.

         SUMER IS ICUMEN IN pasará a formar parte de la historia de nuestro Coro como el referente de un trabajo personal que no hubiéramos soñado alcanzar desde nuestras a veces poco autovaloradas posibilidades individuales. Será el símbolo de la superación, del esfuerzo, del trabajo, de la dedicación, de la suma de unidades para lograr un hermoso conjunto, de la abnegación y dedicación de una Directora empeñada en sacar de unos fragmentos una dignísima ejecución conjunta.

         Confieso que cuando escuché por primera vez el resultado del trabajo sentí una gran emoción. Recorrí a través de mi mente, nuestra sala de ensayos, la prolongada historia de nuestro grupo coral y sus vicisitudes, pasaron por mi mente los rostros de todos mis compañeros y compañeras, presentes y ausentes sin excepción, y experimenté un cúmulo de sensaciones que van desde la nostalgia y el recuerdo hasta el ansia por un regreso todavía atemporal pero que intuyo cierto. Un ansiado regreso convencido de que nada puede igualar al encuentro, a la mirada, al sentimiento que genera lo visual inmediato, al abrazo, al sonido no mediatizado. Nada es igual que la vida. Cualquier sucedáneo sabe a poco.




sábado, 4 de abril de 2020

MUSICA Y PANDEMIA. Reflexiones de Ramón Sabaté

Reflexiones sobre la pandemia, desde un punto de vista musical, de Ramón Sabaté Ibarz
(Presidente Honorífico de la Asociación Coral VEXILLA REGIS) 


PONGAMOS MÚSICA, POR FAVOR

Se atribuye e Shakespeare lo siguiente: “El destino es el que baraja y reparte las cartas, pero nosotros los que jugamos”.

Pues esta es la cuestión. Y especialmente en los momentos que vivimos. En el pasado invierno  se nos dejó sobre la mesa una baraja ya preparada para un juego obligatorio y desconocido. No la preparamos nosotros. Estaba ya lista de antemano. Se repartieron las cartas.  Empezó el juego. La partida iba a ser larga y endemoniadamente complicada. Pero había que jugarla y sin descanso. A partir de entonces jugar era gestionar y gestionar era jugar. Todavía estamos en ello. Y parece que va para largo. Hemos gestionado el confinamiento, estamos en momentos de gestionar la desescalada. Y gestionamos el presente decidiendo el futuro buscando desesperadamente el regreso a una normalidad ignota. Cuidado con el “carpe diem” porque ha adquirido otras significaciones. Jugar o no jugar la carta adecuada es vital para el desarrollo y el final de la partida. Los jugadores somos todos sin excepción. No hay espectadores ni observadores sentados en segunda línea. Tampoco vale delegar las decisiones en manos de unos cuantos (puede ser muy peligroso además, visto lo visto). Las reglas del juego no son muchas, pero de obligado cumplimiento. Una ventaja: no hace falta ser muy experto para jugar, basta con aplicar el sentido común. Un inconveniente: los que se creen tan listos que llegan a la estupidez haciéndose trampas a sí mismos y complicando la vida de los demás. Un hecho relevante de la partida: el final es irreversible. O ganamos todos o perdemos todos. Hagan juego, señores. Hagámoslo. Y si puede ser, con buena música de fondo. Se necesita para purificar el ambiente.

CONCORDIA DISCORS

Leí hace ya unos días que a los sanitarios que han estado en primera línea contra el COVID-19 se les ha concedido el Premio Princesa de Asturias de la Concordia. El jurado destacaba su entrega incondicional y su esfuerzo a pesar de que, precisaba, “en ocasiones no han contado con el equipamiento y los medios materiales adecuados”. Justísimo galardón.

Pero me sobrecogió una inquietante coincidencia: justo en el mismo momento en que saltó la noticia del premio, en nuestro Congreso de los Diputados se escenificaban vergonzosas escenas de la antitesis, la Discordia. Una vez más. ¿Habrá que darles, me preguntaba, a sus señorías el premio a la Discordia?

A propósito de todo ello, vino a mi mente un texto del historiador latino Salustio. Corresponde a unas palabras que pone en boca del rey Micipsa, rey de Numidia en el siglo II aC, dirigiéndose, moribundo, a sus hijos y aconsejándoles: “concordia parvae res crescunt, discordia maxumae dilabuntur”: “con la concordia las pequeñas cosas crecen, con la discordia las más grandes se echan a perder”.

Sé que en este mundo no se puede navegar en el barco de la ingenuidad creyendo que sólo lo positivo (en este caso la concordia) va a imperar en la sociedad por mucho que se subrayen sus bondades. Lo sabían también los antiguos. Por ello, y de modo recurrente acuñaron (Horacio lo concretó de forma magistral) la expresión CONCORDIA DISCORS (ejemplo evidente de oxímoron) que algunos, creo que con buena aproximación, han traducido como  DISONANTE CONSONANCIA. Trataban así de explicar cómo elementos que son de por sí opuestos o diferentes, o por cesión recíproca o por combinación estudiada o consensuada generan un conjunto armónico.

Esto es más que evidente en el mundo musical donde en definitiva el encadenamiento de disonancias y consonancias o de disonancias que se resuelven armónicamente (con la colaboración indispensable de espacios de silencio) son los armazones estéticos que subyagan el espíritu del oyente. En una obra musical donde sólo hubiera consonancias el aburrimiento producido sería mayúsculo. Por el contrario, si sólo hubiera disonancias la estridencia y el chirrido nos impedirían acercarnos a ella.

La vida, el ser humano fluye continuamente entre la “concordancia y la discordancia”, entre la “consonancia y la disonancia”. Y ahí reside una parte esencial de su riqueza. La pluralidad, las diferencias, los distintos modos de abordar los problemas deben producir una suma armónica. Una suma, no un aplastamiento, no una devastadora victoria, no un continuo acoso y derribo. Entender bien el “espacio armónico”. Esa es la cuestión. Y ese es uno de los grandes valores humanos que aporta la música.


Me pregunto por qué este proceso no somos capaces de trasladarlo al mundo de la política, sobre todo en momentos como el actual donde más se necesita la mesura, la reflexión, el equilibrio, la búsqueda del bien común. En la esencia de la democracia está la pluralidad. Y estaría por afirmar que la democracia es una espléndida tela tejida a base de consonancias y disonancias. Se necesita un buen telar y buenos tejedores. Se han producido ya demasiados desgarrones y algunos intrusos tejedores parecen regodearse en ellos. 


ECOS DE JUAN DEL ENCINA
         Puede que parezca extraño, pero en estos días de confinamiento, y burla burlando ya estamos en la quincuagésima sexta jornada cuando escribo estas líneas), se van acumulando en la mente ideas, vivencias, sensaciones, episodios de la vida anterior. Sí, vida anterior. Porque esta pandemia decididamente está marcando un antes y un después. Como cuando nuestros padres y abuelos a la hora de situar un acontecimiento familiar o vecinal utilizaban la expresión “antes…” o “después de la guerra”.

Estoy seguro que con el correr de los años venideros no será extraño situar en el tiempo algo precisando el “antes o después de la pandemia”.

Viene esto a cuento porque dentro de esta “vida anterior” el mundo musical tiene una importancia enorme aunque cada cual es lógico que lo interiorice o vivencie de un modo más o menos intenso. Pues bien, vienen a mi recuerdo vivo algunas canciones sentidas, vividas, “emocionadas” y compartidas con mi Coro “Vexilla Regis”. Y quisiera que se entienda ese “mi” no como posesión sino como pertenencia. Y, si se me permite, como pertenencia intensa y hasta amorosa.

Cantábamos hace unos pocos años algunas composiciones del admirado Juan del Encina, escritor y compositor al servicio de la casa de Alba durante el reinado de los Reyes Católicos. Bien es verdad que son canciones enmarcadas dentro del ámbito del sentimiento amoroso, pero cuyas letras no puedo dejar de relacionar con el momento presente. ¿O no es verdad, por ejemplo, que la pérdida o ausencia de un amor se asemeja mucho a ciertas pérdidas que vivimos hoy, incluidas las pérdidas de personas queridas que nos ha arrebatado de manera inmisericorde la pandemia? Me refiero a las pérdidas del encuentro, de compartir presencialmente el tiempo, la pérdida del abrazo, del beso, de los saludos afectuosos, de la mirada expresiva. Me refiero al recuerdo de una libertad recortada, puesta entre paréntesis obligados.

         Añadamos a ello una más que cierta sensación de añoranza por momentos perdidos y ansiados que ni siquiera sabemos cómo y de qué manera podremos recuperar. Todo parece ir en el mismo sentido. Todos parece que estemos abrazados por sentimientos de cautividad y tristeza.

Citemos, leamos y oigamos algún ejemplo:

Mi libertad en sosiego,
mi corazón descuidado,
sus muros y fortaleza
amores me la han cercado.
Razón y seso y cordura,
que tenía a mi mandado,
hicieron trato con ellos,
¡malamente me han burlado!
Y la fe, que era el alcaide,
las llaves les ha entregado;
combatieron por los ojos,
diéronse luego de grado,
entraron a escala vista,
con su vista han escalado,
subieron dos mil sospiros,
subió pasión y cuidado.
diciendo «¡Amores, amores!»,
su pendón han levantado.
Cuando quise defenderme,
ya estaba todo tomado;

hube de darme a presión
de grado, siendo forzado.
Agora, triste cativo,
de mí estoy enajenado;
cuando pienso libertarme,
hállome más cativado.
No tiene ningún concierto
la ley del enamorado;
del amor y su poder
no hay quien pueda ser librado.

         Y no olvidemos una cierta desazón por si el olvido y la ausencia se prolongan hasta límites insoportables: 

Pues que ya nunca nos veis
No sé cómo lo hazéis
Vuestro olvido ha sido tanto
Que es cosa d’espanto,
En tanpoco nos tenéis

No sé cómo lo hacéis


UNA PARTITURA LLAMADA RESPONSABILIDAD
         Una de las palabras que comienzan a oírse con más asiduidad de lo acostumbrado en estos últimos días es RESPONSABILIDAD. Estamos en momentos de empezar a pensar en el llamado desconfinamiento o desescalada (todo parece indicar, además, que su puesta en práctica vendrá acompañada de las palabras pausa, lentitud y asimetría).

     Confinar ha sido fácil desde el punto de vista práctico. Ha bastado un decreto gubernamental y conseguir una disciplina de la ciudadanía (que parece ha sido altísima) a base de explicar la situación y de proceder a una vigilancia estricta. Pero el proceso de desconfinamiento, la llamada desescalada, va a ser mucho más difícil. La complejidad es mucho mayor. La partitura va a ser mucho más difícil de interpretar. La casuística, enorme y multiplicada al máximo. Las urgencias y peticiones para iniciar un cierto camino de normalidad se enmarañan. Establecer tempos, prioridades, acompasamientos y coordinaciones va a exigir mucha inteligencia y mucha pedagogía. Y unos instrumentos muy afinados y ajustados. La angustia y ansiedad de una crisis económica ya presente y sin precedentes están también apremiando las decisiones. Y hay que tener cuidado con las prisas. Conjugar todo ello va a ser una ejercicio de gramática política endiablado.

Hoy he podido leer en algún comentarista la referencia a aquel inteligente refrán: “vísteme despacio que tengo prisa”. Se atribuye a Octavio Augusto una frase que anticipaba la anterior: festina lente, es decir, “apresúrate despacio” o “date prisa, pero poco a poco”. Era una recomendación a sus generales insistiendo en que la precipitación y la temeridad siempre deben evitarse. Cuando se pretende un trabajo bien hecho, las prisas y la precipitación son malas consejeras. La sabiduría popular insiste mucho en ello. Así por ejemplo reza un cantar popular: “hacer las cosas de prisa / es un pecado mortal / porque hay que hacerlas de nuevo / pa que no queden tan mal”. Deberían tomar nota quienes en estos días han de tomar decisiones. Sin retraso y a su debido tiempo, pero con cautela y moderación.

La propia estructura política española va a requerir mucho diálogo, mucha inteligencia, cooperación y generosidad por parte de todos los gobiernos autonómicos. Lograr un equilibrio entre medidas centralizadoras y descentralizadoras pide una finura de interpretación muy difícil de lograr. Pero a nuestros políticos los tenemos ahí precisamente para eso. Para en momentos complicados demostrar su valía mediante la toma de decisiones pensadas, reflexionadas. La ciudadanía sabrá aprobárselo o censurárselo en su momento. Y me atrevo a decir que en estas ocasiones siempre sabrá agradecer ese punto de humildad y realismo que se llama reconocer los errores y rectificar a tiempo. Reconocer que hemos desafinado no es un error. El error está en no saber detectar el fallo y recomponer el sonido.

RESPONSABILIDAD evidente por tanto de nuestros políticos. Pero, además y sobre todo, RESPONSABILIDAD enorme de todos los ciudadanos y ciudadanas. Es decir, de toda la orquesta y hasta de los asistentes al concierto. Responsabilidad que debe dar la medida de una sociedad madura y asentada en sólidos fundamentos democráticos. Sin este elemento social y colectivo, va a ser muy difícil salir de esta situación de una manera cohesionada y racional. Responsabilidad es coherencia, atender a los requerimientos de mi ser social, de mi pertenencia a la comunidad, es saber que mi conducta influye en el bien común y en el bienestar de los demás, de todos los demás, es entender en definitiva que de mi proceder se derivan consecuencias sanitarias, sociales y económicas. De alguna manera la RESPONSABILIDAD nos sitúa como lo que somos o deberíamos ser, protagonistas de la “polis”, del grupo, de la comunidad, del mundo. La crisis pandémica nos otorga la oportunidad de dar la talla como seres humanos “agentes” de la historia y superar definitivamente ese papel paciente o de simples espectadores.

Hemos demostrado y estamos demostrando una firmeza ejemplar durante el confinamiento. Y la hemos acompañado de muestras de solidaridad y gratitud ejemplares. No podemos dejar que estos logros se vayan al traste. Es el momento de continuar por la senda de la generosidad que ahora debe traducirse en RESPONSABILIDAD desechando toda muestra de egoísmo e individualismo a la hora de respetar las normas y las indicaciones establecidas para favorecer el bien colectivo.

Como siempre, viene bien atender al sentido etimológico de la palabra. Proviene de una forma latina (“responsum”) del verbo “respondere”, responder. Es decir “obligarse a”, “comprometerse a algo”. El sufijo “-dad” le otorga el significado de “cualidad de”. Si asimilamos “responder” a “comprometerse”, como es de razón, empezaremos a entrar por un buen y esperanzador camino.


MUSICA Y PANDEMIA      
     En estos momentos de tanto desconsuelo, abatimiento cansancio y reclusión obligada (cuando escribo estas líneas estamos a punto de cumplir tres semanas de confinamiento por la pandemia del coronavirus COVID 19) se demuestra que la música en cualquiera de sus manifestaciones es una fiel y gran compañera aportando un inmenso caudal de oxígeno y aire fresco a esta ciudadanía perpleja que ni de lejos podía llegar a pensar que se viera sumida en tales situaciones.

Una cascada enorme de versiones musicales varias, de iniciativas de compositores, de intérpretes recorren caminos veloces y de un punto cardinal a otro ofreciendo melodías de refresco y aromas de consuelo. Se nos presenta en las redes sociales una constante lluvia de videos con sugerencias musicales para el entretenimiento, para el acompañamiento, para el disfrute, para la reflexión, para la interiorización, para arropar y hacer más llevadera tanta soledad, tanta angustia, tanto miedo, tanta incertidumbre.

     No. La música no puede ni sabe estar confinada. La música es y está para manifestarse, para expandirse, no conoce fronteras, ni muros ni enclaustramientos. No se encierra en las partituras, ni siquiera en la cabeza de los autores o en los instrumentos de los intérpretes. La música es algo vivo, siempre latente, que camina al lado de los hombres y de las mujeres siempre a su servicio. Y la escuchamos y la valoramos en función de cómo está nuestra situación personal. No es lo mismo escuchar las primeras notas de la Quinta sinfonía de Beethoven o su oda a la alegría de la Novena en condiciones de vida normalizada que en estos momentos de dificultades mundiales especialmente serias. No es lo mismo escuchar la Pasión según San Mateo de Juan Sebastián Bach en un Auditorio o Iglesia repletos de asistentes que en la soledad de un hogar o en un hogar sacudido por noticias negativas de expansión de la pandemia. Como no es lo mismo escuchar una misma canción en una fiesta familiar o de amigos que escucharla en una despedida.

No, la música no descansa jamás. Por eso cuando ahora una de las ideas más manidas que circulan es la de “ya nada será igual en el futuro” después de la pandemia yo pienso: cierto, nada será igual, excepto la música que guardará toda su esencia inmutable para atestiguar que también será posible en el futuro la ternura, la belleza, el placer estético, la trascendencia hacia lo meta-humano, la apertura hacia lo infinito, el milagro. Sí, porque la música misma es un milagro.



¿ESTAMOS A TIEMPO?
He empezado a leer un libro que me ha cautivado desde el inicio, “Relatos de música y músicos (de Voltaire a Ishiguro)”. Se trata de una selección de textos realizada por Marta Salís1 con un elenco profuso de traductores. Una espléndida muestra de relatos de cuarenta y cuatro escritores en los que la música está presente desde muy diversos aspectos. La lectura, como digo, promete. Y de cualquier manera es una muestra evidente y potente de la presencia de la música desde los cuentos infantiles hasta la narrativa más variada.

En su prólogo a modo de presentación Marta Salí ofrece una serie de citas muy significativas de grandes literatos. Me detengo en la primera que, por lo demás, creo que viene muy bien en estos tiempos de confinamiento por la terrible pandemia del coronavirus. Es de Tolstoi quien escribió allá por 1910, el mismo año de su muerte: “si nuestra civilización se fuera al diablo, solo lo lamentaría por la música”. Al parecer esas palabras las expresó tras escuchar al pianista ruso Aleksandr Goldenweiser.

Ciertamente es una frase lapidaria que hasta puede sonar exagerada. Seguro que lo lamentaríamos por muchas cosas más, pero puestos a ordenar por prioridades, parece que Tolstoi lo tenía muy claro. Demuestra en qué consideración tenía a la música, él, personaje poliédrico y de una biografía compleja, pero sobre todo hombre de letras y de profunda espiritualidad. Casualmente la causa de su muerte fue una neumonía y según relatan algunos de sus biógrafos éstas fueron algunas de sus últimas palabras dirigidas a quienes le rodeaban: Hay sobre la tierra millones de hombres que sufren: ¿por qué estáis al cuidado de mí solo?

No es que crea que nuestra civilización vaya a irse al diablo al menos hoy por hoy a causa del COVID19, a pesar de que haya algunos, incluso dirigentes importantes mundiales, que empujan o parecen empujar en este sentido. Pero hay motivos para pensar que algún cambio de rumbo tenemos que imprimir a nuestro viaje por esta vida si queremos que esto no suceda. El navío tiene ya fuertes entradas de agua y precisa de fuertes bombas de achicamiento.

Dicen que en el hundimiento del Titanic un grupo de músicos tocó hasta el final. La música acompañó el hundimiento. Si nuestra civilización se asemeja hoy al Titanic, procuremos al menos llegar esta vez a tiempo para impedir el desastre y rebajemos un poco nuestras pretensiones de falsa grandeza. En esta tarea siempre nos acompañará la música. Tal vez ha llegado el momento de considerarnos menos titanes y más seres humanos.


1 Editado por ALBA (CLÁSICA MAIOR). BARCELONA 2018
Ramón Sabaté Ibarz.
Presidente Honorífico de la Asociación Coral VEXILLA REGIS

viernes, 31 de enero de 2020

III CONCURSO MUSICA MEDIEVAL Y RENACENTISTA "ARNOTEGUI"

El coro VEXILLA REGIS ha sido seleccionado para participar en este prestigioso concurso coral que tendrá lugar en la localidad de Obanos (Navarra) el día 18 de abril, a las 20:00 h. Este año celebra su tercera edición. Compartiremos escenario con otros dos coros de reconocido renombre: Coro San Inazio de Bilbao y Universidad de Valladolid.

Es un orgullo para el Vexilla que su candidatura haya sido elegida entre varios coros del resto del país. Una clave de este éxito ha sido el esmero de nuestra directora, Cristina Vicente Pimpinela, a la hora de seleccionar el repertorio, en el cual hay una obra "obligatoria": Oy comamos y bevamos (Juan de la Encina). Así mismo, figuran 2 piezas medievales y, el resto, renacentistas.

Éstas son las obras con las que vamos a participar en el evento:
  • Domine Iesu Christe. Melchor Robledo (Segovia, 1510-Zaragoza,1586).
  • Il bianco e dolce cigno. Jacob Arcadelt (Namur, 1507-París, 1568).
  • Oy comamos y bevamos. Juan de la Encina (1468-León, 1529).
  • Que farem del pobre Joan. Mateo Flecha “el Viejo” (Prades, 1481-Monasterio de Poblet, 1553).
  • Sicut cervus. Giovanni Pierluigi da Palestrina (Palestrina, c. 1525-Roma, 1594).
  • Mariam, matrem Virginem, attolite. Anónimo recogido en el Llibre Vermell de Montserrat, siglo XIV.
  • Sumer is icumen in. Anónimo conservado en un manuscrito del siglo XIII de la Abadía de Reading.


Mantendremos informados a nuestros fieles seguidores.