CARTA DE PATRICIA ESTEBAN ERLÉS
VEXILLERA CON ADAPTACIÓN CURRICULAR SIGNIFICATIVA.
Dijo el filósofo que sin música la vida sería un error. Un error
prolongado, añadiría yo, porque se me hace complicado imaginar una sucesión de
años enmudecidos, de experiencias insonorizadas, qué triste un mundo sin notas,
sin partituras, sin melodías. La vida sin música no sería una historia
completa, un buen argumento. Todos la necesitamos como parte de un universo
interior, intransferible. A todos nos sigue sobrecogiendo ese momento en que
volvemos a escuchar una pieza que, por el motivo que sea, sentimos que el autor
compuso solo para nosotros.
En Vexilla Regis, además de todo lo anterior, confirmé que la música es un
don generoso, un regalo que el compositor y cada intérprete nos hacen sin ánimo
de lucro. Quien crea o toca una sinfonía hace el mundo más habitable para los
demás. La música amansa a las fieras y nos vuelve mejores. Nos ayuda a
comprender una belleza inaudita, aunque la oigamos. Nos enseña a emocionarnos
sin necesidad de palabras o imágenes. La música carga con películas y novelas
enteras, que cada cual imagina en su mente, sin necesidad de que nadie le
instruya o guíe. Es un arte de la libertad, es un tesoro que además, eso
aprendí en el coro que dirigía nuestro exquisito y generosísimo Ramón, se
comparte con otros, como si fuera, quizás lo es, el pan de cada día, de cada
viernes. Disfruté mucho y a veces me encontré al borde de las lágrimas
cantando, malcantando sería más exacto, esos viernes del año 2010. Mi falta de
talento me indujo a abandonar por el bien común, ya que desafinaba a cada
momento y no quería yo afear aquel hermoso paisaje trazados por mis compañeros
con tanto esfuerzo y sabiduría. Me fui sin pena porque me llevaba algo que
nunca me abandonará: los maravillosos autores y las maravillosas creaciones del
Renacimiento que desconocía y que sigo escuchando a día de hoy, y la certeza de
que la música no nos abandona ni nos pide nada, está ahí para acompañarnos en
cada alegría y tristeza, como un animal fiel. No hace falta cantar bien, menos
mal, para que ella impregne nuestras vidas y nos muestre toda la hermosura, la
generosidad, la inteligencia y la capacidad de transmitir emociones que alberga el ser humano.
SENTIMIENTOS DE
GRATITUD
Estas líneas, hoy, aquí y ahora, en estos días en que nuestro VEXILLA REGIS está culminando su veinticinco aniversario, quieren ser portadoras de sentimientos de gratitud.
De gratitud hacia los y las coralistas que desde el comienzo han hecho posible que hoy nuestro VEXILLA REGIS se muestre con toda su intensidad y reciedumbre, fortaleza y vigor.
Gratitud a todos aquellos compañeros y compañeras que empujaron el carro en los momentos iniciales, que fueron en realidad quienes dieron impulso decisivo al proyecto.
Gratitud a todos aquellos que creyeron en el proyecto, que acompañaron y formaron parte del grupo durante un tiempo de su vida y fueron construyendo, piedra a piedra, el edificio al que supieron otorgarle solidez y consistencia.
Gratitud hacia quienes de una otra manera, desde dentro o desde fuera han apoyado y sostenido este itinerario maravilloso.
Gratitud a quienes en momentos de crisis y dificultad contribuyeron a mantener encendida la antorcha, despejando incertidumbres y dificultades con ánimos y apoyos constantes.
Gratitud a quienes han enarbolado profesionalmente la batuta en este cuarto de siglo, auténticos pilotos que han sabido mantener el rumbo con maestría y delicadeza.
Gratitud a quienes han llevado a cabo tareas de administración y gestión. Sin ellos tampoco habría sido posible el VEXILLA.
Gratitud a todos quienes nos han asesorado aconsejado de una u otra manera, a todos aquellos y aquellas que han colaborado con nosotros en proyectos parciales que nos han enriquecido y nos han hecho crecer.
Gratitud hacia quienes han sabido mantener la esencia y el espíritu de la fundación de nuestro proyecto: la música antigua y la polifonía.
Gratitud colectiva a todos quienes se han sentido, nos hemos sentido concernidos por los profundos valores humanos que conlleva la práctica y el disfrute de la música coral.
Gratitud a todo el mundo vexillero que siempre ha sabido superponer el lenguaje musical y de amistad como punto de unión por encima de lenguajes parciales, de situaciones de partida personales e ideológicas sin duda diversas, pero tal vez por ello, enriquecedoras.
Gratitud a quienes han sabido buscar, explicar, vivir, cuidar y mimar un repertorio excelso y profundo.
Gratitud a todos los coralistas hoy en ejercicio por vuestro esfuerzo y dedicación y por la demostración que estáis dando de que hoy, hoy y siempre, vivir en común y sentir la música coral se inscribe dentro de lo más maravilloso de la vida.
Gratitud por las mutuas y recíprocas enseñanzas y descubrimientos musicales. Porque hemos sabido aprender de todos y entre todos.
Gratitud hacia quienes nos han seguido fielmente en nuestros ensayos y actuaciones. Han sabido perdonar nuestros fallos y han reconocido nuestro esfuerzo y nuestros avances.
Gratitud y respeto también hacia quienes han discrepado de nosotros. Nos han servido sin duda para rectificar o moldear actitudes y modos de trabajar.
Gratitud, recuerdo, reconocimiento y afecto a quienes en estos últimos tiempos nos dieron un doloroso adiós que nunca será definitivo porque los mantenemos y mantendremos vivos en nuestra memoria. Su voz será siempre identificable entre el mundo vexillero.
Amigas y amigos, me siento como el participante en una marcha que ha llegado a la meta llevado no por el afán de conseguir un premio sino por el deseo y el placer de haber hecho el recorrido juntos. No ha sido esencial la meta, lo esencial ha sido el camino y el calor de la compañía.
Larga vida a nuestro VEXILLA REGIS.
