En la plaza Maidán de Kiev la orquesta sinfónica
de la ciudad ha lanzado al aire su arma más poderosa, la música. Emocionaba
escuchar a estos soldados de la paz desafiando a la crueldad y a la muerte.
Ante el ruido infame de bombas, misiles, cañones
y mortíferos aviones, la delgada y fina, pero poderosa, hermosura musical.
Frente a la barbarie, el misterio inasible del
mensaje musical. Frente a las palabras de hierro punzante manchadas de sangre,
la suave expresión, el esperanzador aliento de unas notas de vida.
Entre tanta desolación, entre tanto desgarro, la
música emergía con sencillez cautivadora no exenta de tristeza, con emoción
evidente en los rostros de intérpretes y escuchantes. No estaban en un elegante
auditorio, estaban a pie de tierra, su tierra mancillada, junto a los suyos, a
pecho descubierto, enviando un mensaje de afirmación de la vida. Mensaje
profundo y universal de deseo de paz y de denuncia de la insoportable maldad
del invasor.
ABRAZADO POR LA
MÚSICA
Dejadme llorar junto a las madres dolorosas con mi
particular STABAT MATER DOLOROSA incrustado en el Hospital maternal de Mariúpol
Dejadme renunciar al silencio cómplice
Dejadme refugiar en la palabra
Dejadme ser abrazado por la música purificadora
Dejadme contemplar la esperanza de un campo imaginario e
infinito de azul inmaculado
Dejadme gritar mi impotencia ante tanta crueldad
Dejadme que inscriba en las páginas abominables de la
historia la palabra guerra, cualquiera que sea su acepción
Dejadme acariciar las mejillas de estos niños y niñas que no
comprenden por qué ven llorar a sus padres
Dejadme mirar a través de los ojos y rostros suplicantes de
todos los refugiados del mundo
Dejadme que acompañe a todas las muestras de solidaridad
Dejadme que suspire por una lluvia fecunda de propuestas de
acogida para mis hermanos refugiados
Dejadme que inscriba la palabra acogida en el campo de la
justicia
Dejadme que proclame el oxímoron arma - paz
Dejadme que deteste el SI VIS PACEM PARA BELLUM
Dejadme exigir que las palabras retorno y reencuentro sean
algo más que un suspiro inalcanzable
Dejadme preguntar a los asesinos qué entienden por la
palabra vida
Ramón
Sabaté Ibarz